Con la introducción de insectos auxiliares (tanto depredadores como parasitoides) en el interior de los invernaderos se está consiguiendo hoy en día controlar, e incluso erradicar, un buen número de plagas agrícolas, es lo que se conoce como Control Biológico.
Sin embargo, dicho Control Biológico puede ser mucho más eficaz si se acompaña con la introducción de plantas reservorio dentro de nuestros invernaderos, ya que van a facilitar que la población de enemigos naturales de plagas que hemos introducido se mantenga estable durante todo el ciclo del cultivo agrícola, y eso se debe a que las plantas reservorio contribuyen a incrementar la biodiversidad botánica dentro del invernadero si lo comparamos con la «uni-biodiversidad» que ofrecen los monocultivos agrícolas, aumentando así las probabilidades de que los insectos auxiliares encuentren, entre la multitud de hábitats que crean esas plantas reservorio, aquel hábitat que sea el más adecuado para ellos, ya que en caso contrario sus poblaciones pueden descender por mortalidad o porque emigren al exterior del invernadero buscando un ecosistema más benigno, obligándonos en este caso a tener que seguir adquiriendo insectos auxiliares con la correspondiente elevación de nuestros costes de producción.
Con la presencia de plantas reservorio dentro de los invernaderos entramos en una estrategia de control de plagas denominada Control Biológico Conservativo, siendo una estrategia que nos va a ayudar a potenciar aún más nuestro Control Biológico, ya que los insectos auxiliares:
permitiendo ese conjunto de situaciones ventajosas que nuestros insectos auxiliares tengan mayores tasas de supervivencia, así como de reproducción, con respecto a si no hubiese plantas reservorio dentro de las instalaciones agrícolas.
Y otros beneficios añadidos que también lograremos con las plantas reservorio son:
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